miércoles, 23 de septiembre de 2015

APRENDER A ALIGERAR LOS PLATOS. UNA HERRAMIENTA IDEAL EN UNA DIETA DE ADELGAZAMIENTO


APRENDER A ALIGERAR LOS PLATOS.
UNA HERRAMIENTA IDEAL EN UNA DIETA DE ADELGAZAMIENTO

Después del verano tod@s hemos aumentado algo de peso, para que este aumento no siga tenemos que tomar medidas, un@s más drásticas que otr@s.
Una forma sencilla de volver a normalizar el peso es disminuyendo el valor calórico de los platos, si comemos en casa, y eligiendo adecuadamente si tenemos que comer en el trabajo o, por la razón que sea, en el restaurante.

¿Cómo podemos aligerar el contenido calórico de los platos?

A continuación, te damos sugerencias y trucos para aligerar las comidas de consumo habitual, como guisos, ensaladas, purés, carnes, pescados y postres. Con unos sencillos trucos podrás eliminar unas 100 calorías por preparación, algo muy útil para poder disfrutar de las comidas sin necesidad de obstaculizar la dieta.

El mismo sabor con menos energía

Aunque los alimentos protagonistas de una comida ligera son pobres en grasas y en azúcares sencillos, la forma en la que se preparan es clave para no convertirlos en un plato altamente calórico.
Por ejemplo, con frecuencia se cree que la técnica de sofreír es un método de cocción que no añade grasas. No obstante, vegetales como la berenjena, las setas o el calabacín, pueden absorber gran parte del aceite de la sartén. Puedes sofreír controlando la cantidad de aceite, que pones en la sartén, solo una cucharada por persona, y aunque parezca que es poco, con el agua que sueltan las verduras será suficiente para conseguir un buen resultado. En el caso de las verduras y hortalizas, también puedes cocerlas al vapor, en el microondas o hervidas con muy poco agua, y agregar una cucharada sopera de aceite al final. De esta forma se pueden reducir hasta 150 calorías por plato.

El horno es otra opción muy apropiada para este grupo de alimentos. Un plato de calabaza, cebolla, tomate y champiñones asados y aliñados con una salsa de queso quark, media cucharadita de aceite de oliva y mostaza de Dijón aporta 255 kilocalorías por ración, más de 100 calorías menos que un salteado con alimentos similares.

Los aliños y las salsas son otra de las claves para mantener a raya la energía de una buena ensalada. Tan sólo dos cucharadas soperas de aceite de oliva pueden contener 200 kilocalorías, así que cambiar los aderezos de siempre por una salsa de yogur desnatado con un poquito de mostaza, unas gotas de limón y estragón para aromatizar puede reducir el plato en más de 150 calorías. La salsa mimosa con zumo de limón, ajo, perejil y huevo majado también es muy ligera e ideal para combinar con ensaladas de patatas, arroz o pasta.

Tratándose de primeros platos, una buena opción es recrear el puré de patatas, en vez de leche y mantequilla, queso o nata como base se puede utilizar un caldo de verduras o de pollo. Todas los purés, cremas y sopas hechos con leche contienen entre un 25% y 50% más de calorías que los elaborados con caldos, por eso es interesante elegir bien el tipo de sopa y asegurarse de que sus ingredientes no aporten grasa extra.

En los segundos platos es más aconsejable la calidad que la cantidad.
Los alimentos ricos en proteínas como la carne, el pescado y los huevos son la piedra angular de los segundos platos en nuestra gastronomía. Es posible disfrutar de su sabor mientras se está llevando a cabo un plan de adelgazamiento. Para ello es preciso preparar las comidas usando cantidades más pequeñas, utilizando técnicas culinarias que no añadan grasas y poner atención en el tipo de alimento que se elige.

La principal preocupación acerca de la carne debería ser limitar la cantidad de carne grasa y en caso de consumirla retirarle el tejido adiposo visible. La carne a la que no se le han retirado las partes grasas contiene a menudo un 50% más de calorías que aquélla a la que se le ha eliminado. Una solución al dilema de la grasa en la carne es comer más pollo, pavo y conejo; una pechuga de pollo sin piel, por ejemplo, tiene tantas proteínas como un bistec y tan sólo una décima parte de la grasa, por tanto más de la mitad de calorías menos.


Para usar la mitad de carne en las hamburguesas, y ahorrar aproximadamente 90 calorías, es una buena idea adicionarle vegetales; por ejemplo, zanahoria rallada, cebolla, espinacas o setas. Así se puede disminuir el consumo de hasta 40 gramos de carne roja por persona, que son unos 4,5 gramos de grasa. El pescado y el marisco podemos cocinarlos al vapor, hervido o la plancha o al horno, técnicas culinarias que resaltan su sabor y que no añaden grasas a unos alimentos que, exceptuando el pescado azul, no son ricos en este nutriente.

Siempre que se utilice pescado en conserva vale la pena que sea envasado al natural, ya que el conservado en aceite tiene el doble de calorías. De todos modos, si elegimos este último, debemos escurrir muy bien el aceite, e incluso tratar de eliminarlo con un papel de cocina. Si optamos por enjuagarlo, tanto al natural como en aceite, retiramos además de grasas, el sodio extra que se le añade durante el procesado.

Combinar los alimentos del mar con verduras y pasta o cereales realza la versatilidad de los platos. Además, a la hora de elegir un complemento proteico para una comida hay que tener presente que cualquier pescado blanco o marisco, aporta por término medio unas 100 calorías menos que cualquier carne. Por ejemplo, mientras que una ración de rape contiene unas 130 calorías, una ración de chuleta de cerdo contiene alrededor de 263 calorías.

Pan, bebida y postre

Una bebida alcohólica o un refresco azucarado con gas pueden arruinar todo lo ganado con la confección de unos platos bajos en grasas y azúcares. La mejor bebida que complementa una dieta hipocalórica es sin duda el agua; no obstante, también se pueden utilizar zumos de frutas u hortalizas naturales o, en el caso de tomar vino habitualmente, hacerlo con gaseosa.

El pan, tan instaurado en nuestros hábitos alimentarios, debería de ser en este caso un pequeño complemento de los platos. Si es integral no tiene menos calorías pero sí más fibra, que ayuda a saciarse y a comer menos. De todas formas lo mejor es prescindir de él en la comida y cena, y dejar reducido su consumo para el desayuno.

El toque final de cualquier comida satisfactoria lo da el postre. Las frutas son la mejor elección; frescas, asadas o como ingredientes de sorbetes, mezcladas con yogur desnatado o en compota. Utilizar frutas para añadir dulzor a los postres es una de las mejores formas de eliminar de la dieta algunas de las tentaciones gastronómicas más peligrosas, como los mousses, los helados y las tartas de todo tipo que suelen coronar cualquier menú de celebración o de restaurante. Igual que con el pan, podemos dejar la fruta para la merienda y evitar el postre de cualquier tipo.

Para terminar la comida y la cena la mejor elección es una infusión.

Y para evitar comer mas de lo necesario porque nos de pena tirar esos pequeños restos de comidas tener siempre presente la famosa frase:
“MAS VALE EN LA BASURA QUE EN LA CINTURA”
 
En las próximas entradas os daremos algunos ejemplos de técnicas de cocinado y algunos platos ligeros y fáciles de elaborar, además de recetas para l@s que coméis de  "taper".También hablaremos de la elección de los platos cuando hay que comer en el restaurante.